domingo, 24 de diciembre de 2017

Algunas Notas a Apocalipsis III, 14

   Nota del Blog: Continuamos, después de un largo paréntesis, con estas notas dedicadas al último de los libros canónicos.

14. Y al ángel de la Iglesia en Laodicea escribe: “Estas cosas dice el Amén, el Testigo, el fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios:

Comentario:

El título de Cristo está tomado de XIX, 11:

"Y vi el cielo abierto y he aquí un caballo blanco y el sedente sobre él es llamado Fiel y Veraz, y juzga con justicia y hace la guerra".

Iglesia bajo el Anticristo y que termina con la Parusía, es decir, corresponde a la segunda mitad de la septuagésima Semana de Daniel más los 45 días del juicio de las Naciones y lo que reste hasta la Segunda Venida cuando tendrá lugar el rapto de la Iglesia.

De aquí el nombre de esta Iglesia que significa “juicio de los pueblos” en el cual Jesucristo juzgará a todas las naciones, tal como lo vemos en Joel II-III, etc.

No se debe confundir el juicio de las naciones con el juicio final del cual habla el cap. XX, 11 ss.

Por otra parte, es curioso que por lo general los autores no reparen tres cosas en el título de Cristo:

1) El Testigo Fiel y Veraz es el título de Cristo Rey en el Cap. XIX.

2) En dos oportunidades, al describir el Milenio, Jesús dice: “Escribe que estas palabras son fieles y verdaderas” (XXI, 5 y XXII, 6) es decir que el título de Cristo en la séptima Iglesia está relacionado no sólo con el juicio de las naciones sino también con el Milenio.

3) El Testigo parece relacionarse también con los Mártires de este período que son los del Anticristo, llamado en XVII, 6: “los testigos de Jesús”. Cfr. Excursus XIV.

No olvidar que esta Iglesia recibe sólo reproches y ningún elogio, al igual que Sardes.

San Beda: “Cristo, que es la verdad en la esencia de la divinidad, por el misterio de la Encarnación se lo conmemora como el principio de la creatura de Dios, para de esta forma preparar a la Iglesia a soportar los sufrimientos”.

Allo: “El “Amén”, fórmula solemne de afirmación, tan usada por Jesucristo en el Evangelio, está aquí personificada; representa, en contraposición a la triste característica de Laodicea, el Ser que es la verdad absoluta, el tipo mismo de la fidelidad, que sella toda verdad y perfección, aquel cuya natura y carácter son garantes de su testimonio, y que es inmutable en sus palabras y obras”.

Alápide: “Amén” no es aquí adverbio como quieren Primasio y Ambrosio, sino nombre o epíteto de Cristo (…) Además Cristo es llamado aquí “Amén” no sólo en cuanto Dios, como si dijera: “esto dice Cristo, que es Dios, cuyo epíteto es Amén, esto es, verdadero o la verdad misma”; sino más bien en cuanto hombre, ya que como tal fue veraz y fiel, tanto en su doctrina y testimonio, que dio de la verdad, como así también en sus promesas. Es llamado “Amén”, ya que es “el testigo fiel y veraz” como se dirá luego”.

La misma idea aparece en Wikenhauser, y lo insinúan otros autores como San Beda Fillion.