sábado, 9 de enero de 2016

Y la Mujer huyó al desierto… (Apoc. XII, 6) (VII de X)

A primera vista parecería que ni el Apocalipsis ni el resto del Nuevo Testamento pueden prestarnos más ayuda, así que todos nuestros ojos deberán voltear hacia el Antiguo Testamento.

Descendamos de lo general a lo particular.

Isaías es el primero en decirnos que la Mujer estará escondida:

Is. XXVI, 20-21[1]:

Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tus puertas tras de ti[2]; escóndete por un breve instante hasta que pase la ira. Pues he aquí que Yahvé sale de su morada para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra.


Más en concreto, encontramos profecías que coinciden con el Apocalipsis al señalarnos el desierto:

El Sal. LIV, 7-8, citado más arriba, dice:

“Y exclamo: ¡Oh si tuviera yo alas como la paloma para volar en busca de reposo!” Me iría bien lejos a morar en el desierto…”.

En el Sal. LXII (vv. 1-2.8-12) encontramos a David, como tipo de la Mujer[3]:


Salmo de David. Mientras vagaba por el desierto de Judá. Oh Dios, Tú eres el Dios mío, a Ti te busco ansioso; mi alma tiene sed de Ti, y mi carne sin Ti languidece, como (esta) tierra árida y yerma, falta de agua. (…) porque en verdad Tú te hiciste mi amparo, y a la sombra de tus alas me siento feliz. Si mi alma se adhiere a Ti, tu diestra me sustenta. Los que quieren quitarme la vida caerán en lo profundo de la tierra. Serán entregados al poder de la espada, y formarán la porción de los chacales, en tanto que el rey se alegrará en Dios y se gloriará todo el que jura por Él; pues será cerrada la boca a los que hablan iniquidad.

Por su parte en Jer. XXXI, 2 los comentarios sobran:

“Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada, Israel llegó a su descanso…”.

Os. II, 14, en una cita ya devenida clásica, expresa muy poéticamente:

Por eso Yo la atraeré y la llevaré al desierto y le hablaré al corazón[4].


Acercándonos un poco más a ese misterioso lugar, algunos de los profetas comienzan a describirlo.

Sal. XXVI, 5:

Porque en el día malo Él me esconderá en su tienda; me tendrá seguro en el secreto de su tabernáculo, y me pondrá sobre una alta roca (sur)[5].

Sal LX, 3:

Desde los confines de la tierra clamo a Ti, con el corazón desfallecido; Tú me alzarás hasta la roca, me darás el reposo.

Is. II, 10:

Métete en la roca y escóndete en el polvo, ante el terror de Yahvé, y ante la gloria de su majestad…


Ya casi que comenzamos a palpar el desierto de la Mujer, pero aún quedan más precisiones.

Sal. LIX, 11-14[6]:

¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom? ¿No serás Tú, oh Dios, que nos habías rechazado y que ya no salías con nuestros ejércitos? Ven en nuestro auxilio contra el adversario, porque vano es el auxilio de los hombres. Con Dios haremos proezas; Él hollará a nuestros enemigos.

Sal. CVII, 11:

¿Quién me conducirá a la ciudad fortificada? ¿Quién me llevará hasta Edom?

Sal. XXX, 22:

Bendito sea Yahvé, porque en ciudad fortificada ha mostrado su admirable misericordia para conmigo.




[1] En todas las citas que damos será bueno leer al menos su contexto inmediato. No podemos citar todo para no alargarnos desmesuradamente.

[2] ¿Cómo no recordar las palabras de Jesús dirigidas, no a la Sinagoga sino a la Iglesia, en Mt. VI, 6?

“Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; en verdad os digo, ya tienen su paga. Tú, al contrario, cuando quieras orar entra en tu aposento, corre el cerrojo de la puerta, y ora a tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagara…”.

[3] Y más aún resplandece la tipología si, como dice Straubinger, este Salmo está relacionado con los sucesos narrados en I Rey. XXII, 1-5 donde David

Para proteger a sus viejos padres de represalias, los traslada a Moab, país situado al oriente del Mar Muerto. Rut, la bisabuela de David, era moabita, y no carece de fundamento la hipótesis de que desde entonces continuaran las relaciones entre Moab y la familia de David”.

[4] Y lo que sigue luego en el v. 15 nos lleva directamente al Éxodo de Israel de Egipto:

Y ella cantará allí, como en los días de su juventud, como el día en que subió de Egipto.

[5] Esta podría ser la razón por la cual Dios es llamado Roca, particularmente en los Salmos. Ver Sal. XVII, 3.32.47; XVIII, 15; XXVII, 1; XXX, 3; LXI, 3.7-8; LXX, 3; LXXII, 26; LXXXVIII, 27; XCI, 16; XCIII, 22; XCIV, 1; CXLIII, 1; Is. XXVI, 4; XXX, 29; Hab. I, 12.

[6] Sobre este Salmo y los siguientes puede verse lo que ya escribimos en otra ocasión AQUI.