viernes, 7 de noviembre de 2014

Algunas Notas a Apocalipsis I, 7-8 (I de II)

7. He aquí, viene con las nubes y le verá todo ojo y los que le traspasaron y harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, Amén.


I) He aquí, viene con las nubes

Notas Lingüísticas:

Zerwick: “μετὰ τῶν νεφελῶν: con las nubes”.

Allo:μετὰ τῶν νεφελῶν según Dan. VII, 13 en Teodoción, los LXX leen ἐπὶ. Cfr. Mt. XXIV, 30; XXVI, 64; Mc. XIV, 62; IV Esd. XIII, 3; Apoc. XIV, 14-16”.


Comentario:

Caballero Sánchez: “La "gloria" y el "poder" de Cristo, evocados en la primera estrofa, llevan de inmediato a la contemplación de la Parusía del Señor: "He aquí que viene con las nubes". Cuando ante los sumos sacerdotes judíos y el Sanedrín, Jesús se había declarado Mesías e Hijo de Dios, había añadido: "enseguida veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y viniendo sobre las nubes del cielo".
¿Cuáles son esas "nubes" que vienen acompañando al Señor, como que fueran seres racionales inseparables de Jesucristo glorioso?
En general, los intérpretes ven en ellas una simple imagen literaria que hace resaltar el triunfo de Cristo. No se acuerdan que bien pudieran ser lo que pensó S. Judas Tadeo leyéndolo en Hénoc: "He aquí que el Señor viene con sus miríadas santas". (14). Otro tanto escribió S. Mateo en un lugar paralelo, habiéndoselo oído al mismo Jesús: "el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con los ángeles suyos". (XVI, 27), palabras que reproduce S. Lucas con igual claridad: "cuando el Hijo del hombre venga en la gloria suya y del Padre, y de los santos ángeles".
Ahora bien, los espíritus angelicales no forman ninguna "nube" blanca. Quienes forman "nube" son las falanges de los "santos" resucitados o transformados, que trae consigo el Señor en su Parusía. Y estos "santos" son los ángeles del Cordero, aquellos "siervos" que, enviados por Jesús a anunciar el Evangelio del reino, le dieron testimonio con su vida y con su muerte. Ahora forman su corte gloriosa que se manifiesta al mundo”.



II) y le verá todo ojo, y los que le traspasaron
y harán luto por Él todas las tribus de la tierra.


Notas Lingüísticas:

Allo: “ἐξεκέντησαν (traspasaron), misma palabra que en Jn. XIX, 34, según el hebreo de Zac. XII, 10, contra los LXX que traen κατωρχήσαντο”.

Charles: “ὄψεται αὐτὸνκαὶ ἐξεκέντησανκαὶ κόψονται ἐπαὐτὸν πᾶσαι αἱ φυλαὶ τῆς γῆς (le verá… y traspasaron… y harán luto por Él todas las tribus de la tierra): Estas palabras, excepto las últimas cuatro, están basadas en Zac. XII, 10 y concuerdan en su mayor parte con las versiones de Teodoción, Aquila y Símaco contra los LXX”.


Comentario:

Este pasaje nos lleva, una vez más, directamente a la Parusía. Sobre esto no puede haber duda alguna.

Veamos:


1) Y le verá todo ojo.

Este es como el género de lo que se dirá luego, es decir “y los que le traspasaron y harán luto por Él todas las tribus de la tierra” es una aposición a “todo ojo”.


2) Y los que le traspasaron.

La referencia a Zacarías XII, 10 es clara y todos convienen aquí. Allí leemos:

“Y derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén, espíritu de gracia y espíritu de oración y pondrán sus ojos en Mí, a quien traspasaron. Lo llorarán como se llora al Unigénito, y harán duelo amargo por Él, como suele hacerse por el Primogénito”.

El cambio de la primera a la tercera persona se explica fácilmente porque en la primera parte el que habla es el Verbo y en la segunda el Padre.


3) y harán luto por Él todas las tribus de la tierra.

Este texto de San Juan está como calcado del Discurso Parusíaco en San Mateo XXIV:

29 "Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor y los astros caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
30 Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre, y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gloria grande.
31 Y enviará sus ángeles con trompeta de sonido grande, y juntarán a los elegidos de El de los cuatro vientos, de una extremidad del cielo hasta la otra.

Veamos este texto con algo más de detenimiento, porque hay acá varios sucesos nombrados en pocas palabras.

Después de describir la persecución llamada específicamente “gran tribulación” (v. 21) San Mateo nos pasa a detallar lo que sucederá inmediatamente después de ella; pero antes es preciso tener en cuenta que esta tribulación coincide con el reinado de los tres años y medio del Anticristo, y a su vez, por el capítulo XIX del Apocalipsis sabemos que su reinado terminará cuando el Verbo aniquile las dos Bestias con sus ejércitos. Esto es importante porque el v. 29 narra lo que sucede después de la destrucción de las Bestias y nos da tres sucesos:

a) Señales en el sol, la luna y las estrellas, que corresponden al juicio de las Naciones que durará 45 días.

b) Aparición de la señal del Hijo del Hombre que ha de ser vista por todas las tribus de la tierra.

c) Rapto de la Iglesia.

El punto “a” coincide con los 45 días de los que habla Daniel en su cap. XII en el cual termina diciendo: “Bienaventurado el que llegue y espere a mil trescientos treinta y cinco días”.
Estos bienaventurados son los nombrados en el versículo 30 y de ahí que el luto o lamento ha de ser de sana penitencia y compunción y no de terror por un juicio de condenación como quieren muchos autores, entre ellos Allo, Alápide, etc. El problema es siempre el mismo: al quitar el Reino Milenario de las Escrituras, resulta imposible acomodar las profecías en su lugar exacto.

Si bien San Mateo no nombra a Israel, sin embargo creemos que sí lo hace el discurso que nos dejó San Lucas XXI, cuando dice:

28. Más cuando estas cosas comiencen a ocurrir, erguíos y levantad la cabeza porque vuestra redención se acerca[1].

“Estas cosas” son las mismas señales del sol, la luna y las estrellas.

En conclusión: en esta parte del versículo se habla específicamente de los viadores durante el Milenio.

Straubinger: “Viene con las nubes: así lo vemos en XIV, 14 ss a diferencia de XIX, 11 ss donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones[2]. Según algunos la nube sería la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal. III, 2 s. y Mat. III, 10 y notas), por medio de sus ángeles, conforme al anuncio de Mat. XXIV, 30-31, confirmado a Caifás (Mat. XXVI, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían ellos mismos que le traspasaron. San Juan trae iguales palabras en Jn. XIX, 37 citando a Zac. XII, 10 donde se anuncia como aquí que entonces harán duelo por Él.”

Caballero Sánchez: “Al venir el Señor Jesús englobado en la gloria y poder del Padre, con el luminoso séquito de sus innumerables "ángeles", "todo ojo lo verá"; ojo sencillo y purificado, no ojo malo y  tenebroso: "mirad arriba y alzad la cabeza, porque se acerca vuestra redención (Luc. XXI, 27-28)”.


III) Sí, Amén.

Comentario:

Allo: “La doble afirmación ναί, ἀμήν, griega y hebrea, muestra la solemnidad y la convicción de esta seguridad (cfr. “Abba, Pater” de Rom., Gal., Mc.)”.    

Caballero Sánchez: “La doble afirmación, griega y hebrea, que cierra este inciso, no es un capricho literario, ni tan sólo una manera de recalcar la verdad de lo que precede; supone que hay gentiles y judíos interesados en esta verdad y pregoneros de ella: "Si", gritan aquellos, "Amén", dicen éstos. ¡Felices ellos!”.




[1] No es este el lugar para probar nuestra afirmación, baste con decir que la palabra “redención” es usada por San Lucas siempre en relación a Israel y nunca para los gentiles.

[2] No. En XIX, 11 viene a destruir al Anticristo y al Falso Profeta, y el juicio de las naciones es el del cap. XIV que se encuentra también en VI, 12 ss