miércoles, 16 de abril de 2014

La Jerarquía Angélica (V de VII)

IV. PRINCIPADOS (ἀρχαὶ)

Así como los Ancianos o Dominaciones eran como el senado de Dios, los Principados, por su parte, son como los enviados o mensajeros de Dios, aquellos encargados de ejecutar sus órdenes.

En el pueblo de Israel vemos también la figura de los “Príncipes”: Mt. IX, 18 ss; Lc. VIII, 41; XIV, 1; XXIII, 13, etc.

Recordemos que los Principados tienen a su cargo Virtudes.

Veremos hacia el final una importantísima cita sobre los ángeles caídos.

1) Mt. IX, 32-34: “Cuando ellos hubieron salido, le presentaron un mudo endemoniado. Y echado el demonio, habló el mudo, y las multitudes, llenas de admiración, se pusieron a decir: “Jamás se ha visto cosa parecida en Israel”. Pero los fariseos decían: “Por obra del príncipe de los demonios lanza a los demonios”.
Cfr. Mt. XII, 24; Mc. III, 22; Lc. XI, 15.

2) Jn. XII, 31: “Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será expulsado”.

3) Jn. XIV, 30-31: “Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo. No es que tenga derecho contra Mí, pero es para que el mundo conozca que Yo amo al Padre…”.

4) Jn. XVI, 8-11: “Y cuando Él venga, presentará querella al mundo, por capítulo de pecado, por capítulo de justicia, y por capítulo de juicio… por capítulo de juicio, porque el príncipe de este mundo está juzgado”.

5) Rom. VIII, 38-39: “Porque persuadido estoy de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados (ἀρχαὶ), ni cosas presentes, ni cosas futuras, ni virtudes (δυνάμεις), ni altura, ni profundidad ni otra creatura alguna podrá separarnos del amor de Dios, que está en Cristo Jesús nuestro Señor”.

6) I Cor. XV, 23-24: “Pero cada uno en su orden: como primicia Cristo en su Parusía; después el fin, cuando Él entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya destruído todo principado (ἀρχὴν) y toda potestad (ἐξουσίαν) y toda virtud (δύναμιν).”

7) Ef. I, 20-21: “… que obró en Cristo resucitándolo de entre los muertos, y sentándolo a su diestra en los cielos por encima de todo principado (ἀρχῆς) y potestad (ἐξουσίας) y virtud (δυνάμεως) y dominación[1] (κυριότητος)…”.

8) Ef. II, 1-2: “También vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los cuales en otro tiempo anduvisteis conforme al curso de este mundo, conforme al príncipe (ἄρχοντα) de la potestad (ἐξουσίας) del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de incredulidad”.

9) Ef. III, 8-10: “A mí, el ínfimo de todos los santos, ha sido dada esta gracia: evangelizar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo, e iluminar a todos acerca de la dispensación del misterio, escondido desde los siglos en Dios creador de todas las cosas; a fin de que sea dada a conocer ahora a los principados (ἀρχαῖς) y a las potestades (ἐξουσίαις) en lo celestial, a través de la Iglesia, la multiforme sabiduría de Dios, que se muestra en el plan de las edades que Él realizó en Cristo Jesús, Señor nuestro…”[2].

10) Ef. VI, 12: “Porque para nosotros la lucha no es contra sangre y carne, sino contra los principados (ἀρχάς), contra las potestades (ἐξουσίας), contra los poderes mundanos de estas tinieblas, contra los espíritus de maldad en lo celestial…”.


11) Col, I, 16: “por Él fueron creadas todas las cosas, las de los cielos y las que están sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean Tronos (θρόνοι), o Dominaciones (κυριότητες), o Principados (ἀρχαὶ), o Potestades (ἐξουσίαι)…”.

12) Col. II, 9-10: “Porque en Él habita toda la plenitud de la Deidad corporalmente; y en Él estáis llenos vosotros, y Él es la cabeza de todo principado (ἀρχῆς) y potestad (ἐξουσίας).

13) Col. II, 14-15: “… habiendo cancelado la escritura presentada contra nosotros, la cual con sus ordenanzas nos era adversa. La quitó de en medio al clavarla en la Cruz; y despojando (así de aquella) a los principados (ἀρχὰς) y potestades (ἐξουσίας) denodadamente los exhibió a la infamia, triunfando sobre ellos en la Cruz”.

14) Jud. 6: “También a los ángeles que no guardaron su Principado (ἀρχὴν), sino que abandonaron la propia morada, los tiene guardado bajo tinieblas en cadenas perdurables para el juicio del gran día”.
 

Notas:

1) Satanás es el “Príncipe” de los Demonios y de este mundo y es llamado Beelzebul (Mt. XII, 24).

2) Que por lo menos uno de los Principados cayó se ve claramente por el hecho de que “nos pueden separar de Cristo[3].
Si esto es así, originariamente los Arcángeles no eran siete sino, por lo menos, ocho.

3) Nuestro Señor entregará su Reino al Padre una vez que haya destruído a Satanás, lo cual sucederá, como nos lo dice San Juan en el Apocalipsis, recién tras la batalla de Gog-Magog (XXI, 7 ss) y no antes, ya que mientras tanto el Demonio estará o suelto o en una prisión temporaria (ver. num. 4).

4) Por último, Judas nos da una de las revelaciones más interesantes, tanto sobre la identidad de algunos de los ángeles que cayeron, como así también sobre el lugar al que fueron arrojados.
Como ya lo dijimos, los Principados tienen a su cargo Virtudes, por lo cual al decir aquí San Judas que algunos ángeles “no guardaron su Principado”, parece, a todas luces, estar refiriéndose a Virtudes que no siguieron a sus Principados que se mantuvieron fieles, sino que fueron tras el Arcángel Lucifer, es decir, abandonaron a su propio jefe natural para seguir tras otro.

Sobre estos ángeles no nos dice San Judas que están libres por el mundo tentando a los hombres, sino encadenados en prisión, en el Tártaro.

San Pedro (II Ped. II, 4) en un pasaje paralelo nos dice: “Porque si a los ángeles que pecaron no los perdonó Dios, sino que los precipitó en el tártaro, entregándolos a prisiones de tinieblas, reservados para el juicio…”.

Este lugar de prisión es llamado por San Juan en el Apocalipsis “abismo” (IX, 1-2) y “prisión” (XX, 7) y es de allí de donde han de salir los ángeles con su rey “Abaddón” (IX, 11) para atormentar a los habitantes de la tierra por cinco meses cuando toque la quinta Trompeta[4].

Desta forma se entiende sin problemas y en forma obvia y natural el pedido que los demonios le hacen a Jesús en Lc. VIII, 31, pero sobre esto hablaremos con algo más de detenimiento más abajo[5].


IV.- a) Siete Espíritus

1) Tobías XII, 15: “Porque yo soy Rafael, uno de los siete ángeles que asistimos delante del Señor”.

2) Apocalipsis I, 4: “Juan a las siete iglesias que están en el Asia: gracia a vosotras y paz de parte del que es, y que era, y que viene, y de parte de los siete Espíritus que están delante de su trono…”.

3) Apocalipsis IV, 5: “Y del trono salen relámpagos y voces y truenos; y delante del trono arden siete lámparas de fuego, que son los siete espíritus de Dios”.

4) Apocalipsis V, 6: “Y vi en medio del trono y de los cuatro Vivientes y en medio de los ancianos un Cordero de pie, como inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.

5) Apocalipsis VIII, 2: “Y vi los siete ángeles que están en pie ante Dios y les fueron dadas siete tubas”.


Notas:

De estos pasajes no hay mucho que decir, sólo que por ellos sabemos la cantidad de Arcángeles que permanecieron fieles a Dios. Tres de sus nombres nos han sido revelados: Gabriel, Rafael y Miguel, mientras los otros cuatro nos son conocidos por el libro de Enoc (XX, 2-8): Uriel, Raguel, Saraquiel y Remeiel.




[1] Notar que al hablar de la Jerarquía angélica en el cielo se nombra a las Dominaciones, cosa que nunca se hace al hablar de los ángeles caídos.

[2] Sobre este pasaje, los dos siguientes y el num. 13 recordar lo que dijimos en la nota 3 al hablar de las Potestades.

[3] Como bien lo indica Ramos García en su artículo citado, el uso del plural en lugar del singular se explicaría por una figura del discurso muy común en las Escrituras.

[4] ¡Cuán lejos estamos de Voltaire y los iluministas del siglo XVIII…!

[5] A estos ángeles nos referíamos AQUI en la Nota 1.