domingo, 12 de enero de 2014

Dom A. Gréa. La Iglesia, su Divina Constitución, Tercera Parte La Iglesia Universal, Introducción.


Parte Tercera

LA IGLESIA UNIVERSAL

 Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios y Pontífice eterno según el orden de Melquisedec, de quien dimana todo nombre y todo poder sacerdotal, es para siempre la cabeza única de la Iglesia universal.
De Él toma ésta su vida; Él la forma de los elementos de la antigua humanidad regenerada en Él. A su llamada sale la Iglesia, no ya de la nada como la primera creación, sino «de las tinieblas y de la sombra de la muerte» (Lc I, 79), y viene a la «admirable luz» (II Pe II, 9) de su palabra.
Él es el maestro único de su fe, maestro verídico con la veracidad misma de Dios. No solamente le enseña toda verdad, sino que la lava en su sangre, la hace vivir de su propia sustancia, la anima con su Espíritu; a través de los siglos, por los sacramentos que Él instituyó, como por otros tantos ríos con que riega esta tierra nueva y este jardín de delicias, hace correr los torrentes inagotables y vivificantes de su sangre y los méritos de su sacrificio.
Finalmente, en esta Iglesia que se convierte en su sustancia, en «carne de su carne  y huesos de sus huesos» (Gén. II, 23), y en su verdadera esposa, a Él solo pertenece todo poder y toda autoridad. Él es su rey, su legislador y su juez.
Como hemos vista, Él le ha comunicado, como a su verdadera esposa, parte de todas sus prerrogativas. Él la ha hecho madre de sus hijos; Él la ha asociado a su gobierno y la ha revestido de su majestad, coronándola como a una reina y llamándola a compartir su trono.
Por esto formó el colegio episcopal, en el que la Iglesia universal toma parte en las operaciones y en la autoridad de su cabeza, y por esto Él mismo es llamado verdaderamente la Iglesia porque, como parte principal y excelente, reúne en Sí, como en su principio fecundo, toda la multitud de los fieles y los contiene jerárquicamente. Jesucristo es maestro; el colegio episcopal lo es con Él. Jesucristo es pontífice; los obispos lo son con Él. Jesucristo es rey, legislador y juez; los obispos reinan con Él, hacen con Él leyes y cánones, juzgan con Él.
En esta parte, en la que nos proponemos estudiar más a fondo la constitución esencial y la vida de la Iglesia universal, debemos tratar primeramente de la acción de esta cabeza augusta, para tratar luego del episcopado en cuanto concurre a la formación y a la vida de la Iglesia universal. Ésta será nuestra división natural.