miércoles, 3 de abril de 2013

Las LXX Semanas de Daniel I

Nota del Blog: Comenzamos esta nueva sección dedicándonos al estudio desta importantísima profecía del todo necesaria para poder comprender tanto el discurso Parusíaco como así también el mismo Apocalipsis. Ya tendremos tiempo de demostrar esta aseveración.

Daniel, por G. Dore.

I

En esta primera parte no queremos adentrarnos en mayores detalles y dejaremos el análisis del texto mismo para ulteriores estudios. Por ahora daremos la traducción de Straubinger.
Nuestro fin inmediato es indicar, siquiera someramente, la estructura de las Setenta Semanas y dejaremos para después el análisis del contexto desta profecía, a saber los primeros 23 versículos del capítulo IX y su relación con otros textos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Queda también para más adelante el análisis de las diversas opiniones de los exégetas que bien pueden reducirse a tres sistemas.


Las palabras del ángel San Gabriel a Daniel, en respuesta a su súplica, son, en lo que atañe a la profecía estrictamente hablando, las siguientes:

24. Setenta semanas están decretadas para tu pueblo y para tu ciudad santa, a fin de acabar con la prevaricación, sellar los pecados y expiar la iniquidad, y para traer la justicia eterna, poner sello sobre la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos.

25. Sábete pues y entiende: desde la salida de la orden de restaurar y edificar a Jerusalén, hasta un Ungido, un Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas; y en tiempos de angustias será ella reedificada con plaza y circunvalación.

26. Al cabo de las sesenta y dos semanas será muerto el Ungido y no será más. Y el pueblo de un príncipe que ha de venir, destruirá la ciudad y el Santuario; mas su fin será en una inundación; y hasta el fin habrá guerra (y) las devastaciones decretadas.

27. El confirmará el pacto con muchos durante una semana, y a la mitad de la semana cesará el sacrificio y la oblación; y sobre el santuario vendrá una abominación desoladora, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el devastador.

Hasta aquí el texto.

La profecía, contra lo que suele afirmarse, tiene una división cuatripartita y no tripartita.
Muchos exégetas dividen la profecía désta manera: siete semanas, sesenta y dos semanas y una semana, pero creemos que este es un error y pasan por alto un importante detalle que es clave a la hora de entender esta formidable profecía.
Las palabras del Ángel San Gabriel indican, si no nos equivocamos, la siguiente división de las 70 Semanas:

1) Desde la salida de la orden de restaurar y edificar Jerusalén hasta su edificación hay 7 Semanas.

2) Después de esas 7 semanas y hasta la venida de un Ungido, un Príncipe hay 62 semanas.

3) Después de las 62 semanas será muerto el Ungido.

4) Él confirmará el pacto con muchos durante 1 semana.

La gran mayoría de los autores pasa por alto el punto 3 incluyéndolo sea junto con las 62 semanas, sea con la última.

Pasemos ahora a la prueba de lo dicho.

1 y 2) Todos los exégetas coinciden en que las primeras 7 semanas son para la reconstrucción de Jerusalén y las 62 restantes terminan con la venida de ese Ungido Príncipe. Por caso J. Linder S.J. en su comentario[1] divide así el texto:

Desde la salida de la orden para restaurar Jerusalén ------- hasta el Ungido rey
7 Semanas                                                           -------  y 62 Semanas
y en tiempos de angustias será ella reedificada, etc.[2]

Así también los comentadores coinciden en que las 62 semanas comienzan cuando terminan las 7 primeras, es decir, deben sumarse, dándonos un total de 69 semanas.

3) “Después de las 62 semanas será muerto el Ungido, etc”.

Versículo clave que indica un cambio brusco en la profecía. El cómputo parecería detenerse puesto que tras el fin de las primeras 69 Semanas el autor nos dice lo que sucede “después” sin identificarlo, necesariamente, con el comienzo de la septuagésima semana.

4) “Él confirmará el pacto con muchos durante una semana, etc”.

He aquí, por fin, la última y tan deseada Semana. La Septuagésima Semana tiene lugar, pues, después de todo lo anunciado en el v. 26.
A su vez esta semana se divide en dos partes iguales.


Hasta aquí un brevísimo resumen desta magnífica profecía, clave para entender no sólo lo que ha sucedido, sino muy especialmente para comprender lo que debe suceder pronto. Muchísimas cosas más quedan por decir y el comentario de la misma creo que mostrará la veracidad de lo que acabamos de afirmar. Mientras tanto nos basta, por ahora, con que nada, ni en el texto ni en el contexto, contradiga nuestra hipótesis.

Vale!



[1] Commentarius in librum Daniel (1939), pag. 394.
[2] Linder agrega luego debajo de “62 Semanas” el comienzo del versículo 26: “Al cabo de 62 semanas, etc” confirmando lo que acabamos de decir sobre la división en tres o cuatro partes.