sábado, 16 de febrero de 2013

Algunos lugares paralelos en el Apocalipsis (I de III)

II Parte
III Parte

El Apocalipsis, libro misterioso si los hay, ha sido estudiado y explicado por muchos autores y en diversos sentidos. Creemos que aún se está lejos de una comprensión cabal del mismo y que todavía quedan muchas cosas sin explicar.
En este breve ensayo, que dividiremos en tres partes, procuraremos indagar si algunas de las visiones se repiten bajo distintos puntos de vista.
Al analizar las diferentes visiones procuraremos indagar no sólo la similitud en las palabras sino también dejar asentado a qué tiempos se refieren.

I) Los tres Heraldos de los Juicios de Dios.

Con este título un tanto confuso, como veremos más adelante, nos introduce Straubinger a las visiones que siguen a la del Cordero y los 144.000 vírgenes en el Monte Sión.
Creemos que estos tres Heraldos aparecen en otras partes del Apocalipsis. Primero veamos el más obvio y luego pasemos a los que presentan alguna dificultad:


1) El anuncio del segundo ángel se encuentra calcado unos capítulos más adelante y son tan similares que no es preciso comentar nada al respecto.

XIV.

8. Siguióle un segundo ángel que decía: “ha caído, ha caído Babilonia, la grande; la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación”.

XVIII.

1. Después de esto vi cómo bajaba del cielo otro ángel que tenía gran poder, y con su gloria se iluminó la tierra.
2. Y clamó con gran voz diciendo: “ha caído, ha caído Babilonia la grande, y ha venido a ser albergue de demonios y refugio de toda ave impura y aborrecible.
3. Porque del vino de su furiosa fornicación bebieron todas las naciones; con ella fornicaron los reyes de la tierra y con el poder de su lujo se enriquecieron los mercaderes de la tierra”.

Retengamos por ahora solamente el hecho de que el primer Heraldo trae una fórmula resumida.
Esta visión, claro está, se refiere a la caída de Babilonia y tendrá lugar después de derramarse la séptima copa, como se ve claro en el capítulo XVI:

17: “El séptimo (ángel) derramó su copa en el aire, y salió una poderosa voz del templo, desde el trono que decía: “hecho está”.
18. Y hubo relámpagos y voces y truenos y se produjo un gran terremoto cual nunca lo hubo desde que hay hombres sobre la tierra. Así fué de grande este poderoso terremoto.
19. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de los gentiles cayeron, y Babilonia la grande fue recordada delante de Dios, para darle el cáliz del vino de su furiosa ira.


2) El tercer ángel, por su parte, nos anuncia el castigo de la Bestia, el Pseudo-Profeta y su ejército. Una vez más los textos no parecen presentar demasiadas diferencias.

XIV.

9. Y un tercer ángel los siguió diciendo a gran voz: “si alguno adora a la bestia y a su estatua y recibe su marca en la frente o en la mano,
10. él también beberá del furor de Dios, vino puro, mezclado en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre, en la presencia de los santos ángeles y ante el Cordero.
11. Y el humo de su suplicio sube por los siglos de los siglos; y no tienen descanso día ni noche los que adoran a la bestia y a su estatua, y a cuantos aceptan la marca de su nombre”.


XIX.

11. Y vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que montaba es el que se llama Fiel y Veraz, que juzga y pelea con justicia.
12. Sus ojos son llama de fuego, y en su cabeza lleva muchas diademas, y tiene un nombre escrito que nadie conoce sino Él mismo.
13. Viste un manto empapado de sangre y su Nombre es: el Verbo de Dios.
14. Le siguen los ejércitos del cielo en caballos blancos, y vestidos de finísimo lino blanco y puro.
15. De su boca sale una espada aguda, para que hiera con ella a las naciones. Es Él quien las regirá con cetro de hierro; es Él quien pisa el lagar del vino de la furiosa ira de Dios el Todopoderoso.
16. En su manto y sobre su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores.
17. Y vi un ángel de pie en el sol y gritó con gran[1] voz, diciendo a todas las aves que volaban por medio del cielo: “Venid, congregaos para el gran festín de Dios,
18 a comer carne de reyes, carne de jefes militares, carne de valientes, carne de caballos y de sus jinetes, y carne de todos, de libres y esclavos, de pequeños y grandes.
19. Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra, y a sus ejércitos, reunidos para dar la batalla contra Aquel que montaba el caballo y contra su ejército.
20. Y la bestia fue presa, y con ella el falso profeta, que delante de ella había hecho los prodigios, por medio de los cuales había seducido a los que recibieron la marca de la bestia y a los que adoraron su estatua. Estos dos fueron arrojados vivos al lago del fuego encendido con azufre.
21. Los demás fueron trucidados con la espada que salía de la boca del que montaba a caballo, y todas las aves se hartaron de la carne de ellos.

Por un lado el ángel anuncia el castigo del fuego eterno para quienes adoren a la Bestia y a su estatua y en la otra visión vemos la destrucción de la Bestia y de todo su ejército, junto con su castigo.
Notemos una vez más que el Heraldo nos da una visión abreviada ya que nos habla en general del castigo que recibirán de Dios y sobre todo del infierno, mientras que el capítulo XIX desarrolla la visión introduciendo los personajes de ambos ejércitos que intervienen en la batalla, así como una descripción de la misma, para terminar hablando del festín de las aves y el castigo del infierno.


3) El primer ángel, por su parte, es el encargado de anunciar la penitencia. El lugar paralelo nos muestra el momento en el cual esto tiene lugar como así también la eficacia de tal prédica.


XIV

6. Y vi a otro ángel volando por medio del cielo, teniendo el Evangelio eterno, para evangelizar a los que tienen asiento en la tierra: a toda nación y tribu y lengua y pueblo.
7. Y decía con gran voz: “Temed a Dios y dadle gloria a Él, porque ha llegado la hora de su juicio; adorad al que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de aguas[2]


XI

11. Pero al cabo de los tres días y medio, un espíritu de vida que venía de Dios, entró en ellos y se levantaron sobre sus pies, y cayó un gran temor sobre quienes lo vieron.
12. Y oí una gran voz[3] del cielo que les decía: “subid acá”. Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.
13. En aquella hora se produjo un gran terremoto, se derrumbó la décima parte de la ciudad y fueron muertos en el terremoto siete mil nombres de hombres; los demás, sobrecogidos de temor, dieron gloria al Dios del cielo.

Creemos que este es el lugar paralelo del primer Heraldo. En ambos casos un ángel con gran voz, predica el temor de Dios y pide que se le dé la gloria debida. En el cap. XI vemos que la prédica tiene buen efecto ya que aquellos que vieron el milagro de la resurrección y asunción de los Dos Testigos y que no murieron como consecuencia del terremoto, se convirtieron a Dios.
Los tiempos a los que se refiere esta visión son claros. Estamos al comienzo del reinado del Anticristo; tres días y medio, para ser exactos, han pasado de la toma de Jerusalén y de su profanación del Templo (la abominación de la desolación de la que habló Daniel en el cap. IX y repitió Nuestro Señor en el discurso Parusíaco: Mt. XXIV y Mc. XIII).
Otro importante indicio nos da el versículo 14 cuando nos dice “el segundo ay pasó”, ya que si tenemos en cuenta lo que dice el ángel en VIII, 13 vemos que el primer Ay corresponde a la quinta, el segundo a las sexta y el tercero a la última Trompeta. Ergo el terremoto en Jerusalén coincide con la sexta trompeta y, por lo tanto, el Anticristo entra en escena entre la quinta y sexta trompetas. Ni antes ni después.
Notemos una vez más el mismo procedimiento en la narración: la visión del primer Heraldo nos trae un resumen de los acontecimientos, ya que calla todo lo referente a los Dos Testigos: su resurrección y asunción, como así también al terremoto y sus efectos, y a las consecuencias de la prédica del ángel[4].

Para terminar notemos que los tres Heraldos siguen un orden cronológico: el primero aparece al comienzo del reinado del Anticristo, el segundo anuncia la caída de Babilonia, y el último nos muestra la destrucción del Anticristo y su ejército.
De todas formas creemos que estas tres visiones no pueden separarse de la que sigue (vers. 14 ss) en la cual vemos la descripción del Juicio de las Naciones, es decir lo que tiene lugar durante los 45 días posteriores a la destrucción del Anticristo tal como nos lo indica Daniel en su cap. XII[5] y tras los cuales tiene lugar la Venida del Mesías en Gloria y Majestad.

Vale!



[1] Straubinger traduce “poderosa”. Sin embargo el término usado es el mismo: “φωνῇ μεγάλῃ”.

[2] Tal vez haya aquí una alusión a las primeras cuatro trompetas.

[3] Straubinger traduce “y oyeron una poderosa voz” siguiendo a la Vulgata y otros códices. Cfr. nota 1.

[4] Es este el único lugar del Apocalipsis, como notan los exégetas, en los que las personas hacen penitencia. Lo contrario se ve en IX, 20 s y XVI, 19.

[5] Sobre este tema cfr. AQUI.