viernes, 30 de noviembre de 2012

Introducción de León Bloy a la Vie de Mélanie, Bergère de la Salatte, écrite par elle-même (V de VII)

V

María es el Paraíso terrestre, nunca lo repetiré lo suficiente. Sin embargo, ¿qué es este paraíso terrestre y dónde se encuentra? En los tiempos de fe hubo cristianos que lo buscaron. Raimundo Lulio parece haber pensado en él y se dice que Cristóbal Colón no desesperaba encontrarlo en las Antillas o un poco más lejos. Solamente Mélanie ha encontrado el Paraíso terrestre,  ya muy conocido con anterioridad a ella, pero sin denominación precisa – como se descubre un tesoro que está bajo los pies de todo el mundo- y por efecto de un milagro de iluminación interior.
El Paraíso terrestre es el Sufrimiento, y no hay otro. En realidad el hombre está siempre en el Jardín de la Voluptuosidad y su expulsión no es sino una apariencia. Sólo después de la Desobediencia se vio desnudo, y vio desnudos la tierra y todo lo que ella contiene, supo que el sufrimiento no es más que la voluptuosidad completamente desnuda. Innumerables santos pudieron tener este presentimiento, pero nada más que un presentimiento, puesto que la Era de lo Absoluto no había comenzado todavía.
Estaba reservado a una pastorcita, a una niña sin conocimiento humano alguno, sin otra cultura que la que se puede recibir en la Escuela primaria de los Ángeles; sólo a ella le incumbió el deber de ser la anunciadora y profetisa del Cristianismo Absoluto. Esa era toda su misión.

martes, 27 de noviembre de 2012

Melkisedek o el Sacerdocio Real, por Fr. Antonio Vallejo. Cap. I

Nota del blog: ya habíamos publicado el hermoso prólogo deste libro AQUI. Ahora nos hemos decidido a publicar el libro en su totalidad. Libro de una profundidad raramente vista.


ANCORA DEL ALMA, LA ESPERANZA SEGURA Y FIRME Y QUE PENETRA HASTA LO INTERIOR DEL VELO, ADONDE COMO PRECURSOR ENTRÓ POR NOSOTROS JESÚS, HECHO SUMO SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEK (Hebreos 6, 19-20).

Si escucháis atentamente mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi pueblo entre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra; mas vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa (Éxodo, 19,5-6).

Seréis llamados sacerdotes de Yahveh; se dirá que sois ministros de nuestro Dios (Isaías 61, 6).

Ofreceos de vuestra parte como piedras vivientes, con que se edifique una casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer víctimas espirituales aceptas a Dios por mediación de Jesucristo. Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa (I Pedro 2, 5 y 9).

Al que nos ama y nos rescató de nuestros pecados con su sangre, e hizo de nosotros un reino, sacerdotes para el Dios y Padre suyo, a él la gloria y el poderío por los -siglos de los siglos, Amen.
Y los hiciste para nuestro Dios reyes y sacerdotes,  y reinan sobre la tierra.
Sobre estos no tiene poder la segunda muerte, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo (Apocalipsis 1, 6; 5, 10; 20,6).

lunes, 19 de noviembre de 2012

Introducción de León Bloy a la Vie de Mélanie, Bergère de la Salatte, écrite par elle-même (IV de VII)

IV

Un amigo de Dios me escribió un día esta magnificencia:

“En La que llora hablas del “aparente” fracaso de la Redención y, en efecto, si se contempla la historia de los pueblos cristianos… ¡y bien no! La respuesta es simple: La Redención ha triunfado plena, integral, perfecta, absoluta y manifiestamente de forma tal de satisfacer eternamente a Dios y a los hombres. La Humanidad y la Creación fueron unidas en Dios, según toda la perfección del Deseo divino. Y este triunfo perfecto y manifiesto de la Redención es la Santísima Virgen María.
Esta es la razón por la cual Dios tenía necesidad de Ella. Su Sangre no debía ser inútil. Después de lo cual, todo podía venir: crímenes, cismas, mentiras, fornicaciones, abominaciones, e incluso imperfecciones e infidelidades en los Santos. La Redención triunfó desde el comienzo. De una vez y para siempre. La Santísima Virgen responde por todos, lo compensa todo, vale más que todo.”  

viernes, 16 de noviembre de 2012

Introducción de León Bloy a la Vie de Mélanie, Bergère de la Salatte, écrite par elle-même (III de VII)

III

Jesús ha salido de María como Adán del Paraíso terrestre para obedecer y sufrir. María está, pues, figurada en el Jardín de Voluptuosidad “plantada por Dios al comienzo…”. El segundo capítulo del Génesis es absolutamente incomprensible si no se piensa en María. Es cierto que todo es incomprensible sin Ella ¡pero cuánto más en este caso! 
Este jardín cerrado después de la Desobediencia, hortus conclusus, por la tribulación o la desesperación de millones y millones de hombres era el término de las “generaciones del cielo y de la tierra”, según la expresión enormemente misteriosa del Libro santo.  
Era un jardín maravilloso sobre el que no llovía jamás. Una fuente ascendía de la tierra a fin de rociar todo y un río anterior a toda geografía salía del paraíso para transformarse en cuatro grandes ríos cuyos nombres significan o parecen significar: Prudencia, Temperancia, Velocidad del Espíritu y Fecundidad, como interpretan los más sabios. Debe creerse que estos cuatro nombres encierran de una manera que ningún hombre puede comprender, la Vocación de María: Reina, Virgen, Esposa del Espíritu Santo, Madre de Dios. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Introducción de León Bloy a la Vie de Mélanie, Bergère de la Salatte, écrite par elle-même (II de VII)

II

Mélanie tenía sesenta y nueve años cuando se le pidió que escribiera en francés, cosa difícil, pues habiendo vivido por más de veinticinco años en diversas comarcas de Italia, estaba habituada a hablar y pensar en italiano y, por ello, su escrito no podía ser más que una traducción muy ingenua saturada de italianismos involuntarios. Estando lejos tanto del arte de escribir como de la intención de agradar a alguien, su simplísima narración es de tal forma extraordinaria que se puede decir con seguridad que no hay, en la historia de los santos, una autobiografía que se le pueda comparar. ¡La autobiografía de una niña!
Pues Mélanie, con su escrito, ha vuelto a ser una niña. Ella, tan grande y tan fuerte en su trato como mujer, cuando mira al mundo se absorbe tan completamente de forma tal que es como si el mundo no existiera para ella. No sabe ni quiere saber nada dél. A los tres, a los cuatro, a los doce años, y sin quererlo, se expresa como pudiera hacerlo un niño al que se le interrogara a estas diferentes edades. Ignora que existen leyes humanas, una historia humana, un océano de cosas alrededor délla. Ignora absolutamente todo excepto a Jesús niño como ella, visible sólo para ella y la necesidad de configurarse a Él por el sufrimiento. Se encuentra sumergida en una ignorancia luminosa.  

sábado, 10 de noviembre de 2012

Introducción de León Bloy a la Vie de Mélanie, Bergère de la Salatte, écrite par elle-même (I de VII)

A mi queridísima hija
MAGDALENA

He aquí el libro que te he reservado desde hace tanto tiempo. Apenas puede llamarse mío puesto que no he escrito más que la Introducción. Pero por encima de mis páginas perecederas y llamadas a morir en las que he puesto todo mi corazón, verás el alma, sublime y sencilla como el cielo, desta Pastora del Paraíso de la que me declaro su humildísimo presentador.
Consagrada por tu madre a la Inmaculada Concepción antes de nacer, Mélanie te enseñará, mejor de lo que yo mismo pudiera hacer, que la Santísima Virgen fue, en realidad, y cuando los montes y los abismos no existían todavía, la Única Elegida para ser, un día, el Único Remedio de Dios, “el único punto de barro sin mancha en el cual el Redentor pudo poner su pie sobre la tierra”.
 Sólo este pensamiento que ha de crecer cada día en ti te hará santa, si tú lo quieres y, me animo a decirlo, incluso si tú no lo quieres.
La Inmaculada Concepción es tu abismo particular. Cada uno tiene el suyo. Es el abismo de luz querido para ti y del cual no podrás salir jamás, ¡oh bienaventurada hija de mis tormentos!

Fiesta de San Miguel Arcángel, 1911.

León Bloy.

domingo, 4 de noviembre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Cap. IV (II de II) y Conclusión


2) La simplificación de la situación moral, primer remedio del escrupuloso

El obseso se encuentra más o menos frecuentemente, según el grado de su de-presión psíquica, ante situaciones morales que no sabe ni puede resolver. Es incapaz de asimilar la realidad reduciéndola y encuadrándola dentro de los principios que deben regularla, choca contra algo que es superior a sus fuerzas y que consiguientemente se enquista y desgarra la unidad de su conciencia.
El remedio consistirá, por eso, en lograr bajar el nivel de la dificultad de esos actos superiores a sus fuerzas. La multitud de aspectos morales y la intervención de muchos principios en su solución, —más de los que realmente intervienen, traídos por la inteligencia del paciente, incapaz de desecharlos como impertinentes al caso—es lo que hace más compleja y dificultosa la realización de un acto moral. Para ponerlos al alcance de las fuerzas del escrupuloso, será menester simplificarlos y encerrarlos dentro de un solo principio moral de fácil aplicación. Este principio no será sino el que el enfermo hic et nunc es capaz de aplicar, y que podemos formular del siguiente modo:

"Mientras yo no vea claramente y sin examinarme, como dos y dos son cuatro, que una cosa es pecado, para mí no lo es; y si dudo si es pecado grave o leve, para mí es leve".

sábado, 3 de noviembre de 2012

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis. V y VI


V. Profetas

X, 5-7: “Entonces el ángel…, alzó su mano derecha hacia el cielo y juró por Aquel que vive por los siglos de los siglos… que ya no habrá más tiempo, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él vaya a tocar la trompeta, el misterio de Dios quedará consumado según la buena nueva que Él anunció a sus siervos los profetas.

XI, 3: “Y daré a mis dos Testigos que, vestidos de sacos, profeticen durante mil doscientos sesenta días”

XI, 10: “Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los habitantes de la tierra”.

XI, 18: “Habíanse airado las naciones, pero vino la ira tuya y el tiempo para juzgar a los muertos y para dar galardón a tus siervos, los profetas y a los santos y a los que temen tu Nombre, pequeños y grandes, y para perder a los que perdieron la tierra”.

XVI, 5-6: “Y oí decir al ángel de las aguas: “Justo eres, oh Tú, que eres y que eras, oh Santo, en haber hecho este juicio. Porque sangre de santos y profetas derramaron y sangre les has dado a beber: lo merecen”.

XVIII, 20.24: “¡Alégrate sobre ella, oh cielos, y vosotros, los santos, y los apóstoles y los profetas, pues juzgándola Dios, os ha vengado de ella!... Y en ella fue encontrada sangre de profetas y de santos, y de todos los que fueron sacrificados sobre la tierra”.

jueves, 1 de noviembre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Cap. IV (I de II)


CAPITULO IV
LA TERAPEUTICA DE LOS ESCRUPULOS

Si el escrúpulo está engendrado por un desequilibrio entre la tensión psíquica y la situación real moral a la que es preciso ajustarse, determinado por la depresión de aquélla, su curación consistirá esencialmente en la reconquista de ese perdido equilibrio, 1) disminuyendo la dificultad del acto por ejecutar mediante la simplificación de la situación moral y 2) elevando la intensidad de la fuerza anímica por remedios materiales y sobre todo psicológico-morales. Pero antes nos es indispensable decir dos palabras sobre el modo de proceder del director espiritual o confesor con el enfermo.

1) Conducta que debe observar el director con el enfermo

Es indispensable para su curación que el enfermo comience por elegirse un director fijo. Si para la vida espiritual ello es medio útil, para el caso del escrupuloso es un medio necesario. El cambio frecuente de director o confesor sólo contribuiría a agravar su dolencia, ya que, por una parte, la aplicación de los medios terapéuticos adecuados al enfermo solamente se pueden comenzar a emplear a fondo cuando el director ha llegado a la comprensión exacta del estado del paciente, y por otra, su eficacia depende de una constante y firme aplicación sin claudicaciones desastrosas para éste.