viernes, 5 de octubre de 2012

Sobre el Pecado venial (IV Parte)


§ IV. — Consecuencias del pecado venial con relación al prójimo


El sentimiento de la responsabilidad está muy poco desarrollado en nosotros; nuestra ligereza tiene la culpa, no nos gusta profundizar. Pero si del mal que no se percibe no se es culpable, no por eso deja de producir sus malos efectos.

En sentido general, puede decirse que todos nuestros, pecados veniales son nocivos a los demás; todos, aun aquellos que sólo nosotros conocemos. La razón es fácil de comprender. Lo que nos disminuye, lo que nos debilita, lo que nos priva de la gracia, nos convierte en menos aptos para cumplir con nuestros deberes, cualesquiera que sean. Nuestra insuficiencia nos deja inferiores a la tarea impuesta; no se falta impunemente, por ejemplo, a la prudencia, a la bondad o al valor.


— Una parte de nuestras faltas se deja ver o se adivina. Aquí se presenta una responsabilidad de nuevo género, la del ejemplo. Se inclina uno a imitar lo que ve hacer. Si lo hace uno ya, se tranquiliza viendo que no es uno sólo el que comete tal acción. Cada una de esas acciones defectuosas es como una mala lección lanzada en medio de la familia o de la sociedad... ¿Cómo calcular el mal que se enseña o se autoriza de ese modo?
Toda persona aún virtuosa se asustaría, si Dios le revelase los efectos producidos por una falta de compostura en la Iglesia, por una conversación ligera, o por mil otras faltas juzgadas poco graves, pues está escrito: “¡Ay de aquél que es motivo de escándalo!''

— Nuestros pecados veniales no determinan únicamente esa responsabilidad de nuestra insuficiencia y de nuestro ejemplo; la mayor parte causan un daño directo: tal palabra demasiado violenta, hiere y desconcierta —un reproche injusto incita a la rebelión—; el menor desprecio aleja a veces para siempre; una falta de vigilancia puede hacer que se produzcan ruinas morales... Sería muy larga la lista de los males que causa una infracción, por leve que sea, a los deberes de estado.
Ya lo decimos en otro lugar: las leyes, morales conservan el orden entre los hombres del mismo modo que las físicas lo conservan en el universo; toda infracción lo altera irremisiblemente.
Tener conciencia no es únicamente evitar el mal que se ve, es también buscar el medio de verlo de antemano. Jamás se está seguro de ahorrarse esas serias responsabilidades a no ser que se prohíba todo pecado.