miércoles, 31 de octubre de 2012

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis. IV


IV. Los que guardan los mandamientos de Dios
y mantienen el testimonio de Jesús


Este grupo de personas, parecido al anterior, posee sin embargo características propias. Difieren en sus cualidades y en el tiempo en que aparece.
Antes de analizar este grupo, pasemos, como de costumbre, primero a los textos:

XII, 17: “Y su enfureció el dragón contra la Mujer, y se fué a hacer guerra contra el resto del linaje de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús.

XIII, 9-10: “Si alguno tiene oído, oiga: si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos”.

XIV, 12-13:En esto está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Y oí una voz del cielo que decía: “Escribe: ¡Bienaventurado desde ahora los muertos que mueren en el Señor!

martes, 30 de octubre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Cap. III (II de II)


3) Aplicación de la teoría psicasténica a los fenómenos de la obsesión

Aplicando esta teoría de Janet a los fenómenos de la obsesión, antes descriptos, encontramos una explicación suficiente de su constitución y manifestación. De ahí su valor científico: se verifica y explica los hechos.
Según esta teoría de la psicastenia, los fenómenos de la obsesión no son sino la manifestación de un estado de depresión general de la tensión psíquica que los determina y en que reside la esencia del mal. Semejante descenso de la fuerza anímica trae como consecuencia inmediata un desequilibrio o desnivel entre la intensidad de la actividad psíquica y la exigida por determinados actos colocados en los primeros puestos de la jerarquía de Janet. Es decir, que en el sujeto enfermo la fuerza anímica se encuentra por debajo del nivel requerido para la resolución y adaptación de ciertas situaciones, morales sobre todo. En circunstancias excepcionales, según dijimos, el desequilibrio podría estar causado no precisamente por el descenso de la tensión, sino por la dificultad extraordinaria y desmedida del acto, que exigiría una intensidad de la actividad psíquica superior a la común. Pero tales casos son pasajeros y no constituyen en modo alguno un caso anormal propiamente tal. Es lo que ocurre a veces con personas de normal tensión psíquica, que al principio de su vida espiritual, cuando quieren escalar de inmediato las cimas de la santidad heroica, experimentan transitoriamente los escrúpulos. Tal es el caso de algunos santos (S. Ignacio, por ejemplo, S. Agustín, Sta. Teresita del Niño Jesús) y de muchas almas al comienzo de su conversión. Que sea la situación y no la tensión lo anormal, lo demuestra el futuro de esas vidas, enteramente equilibradas una vez desaparecida la causa extraordinaria que dificultaba sobremanera su acomodación justa a la situación real y que provocaba el desequilibrio consiguiente de la tensión normal frente a ella, cosa que dista de suceder cuando la causa del mal radica en el descenso de la intensidad de la actividad psicológica misma.

lunes, 29 de octubre de 2012

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis. III


III. Los que guardan la Palabra de Dios
y los que no han negado su Nombre.


Este grupo parece ser clave para la recta interpretación del Apocalipsis puesto que, a diferencia de los demás, lo encontramos en una de las siete Iglesias, es decir, sabemos que este grupo aparece en una época determinada de la misma.
Parecería ser, además, un grupo muy importante en los últimos tiempos y es muy probable que a ellos se haya referido Nuestro Señor en su famoso discurso Parusíaco.

Para entrar de lleno en el tema, nada mejor que introducir este grupo según lo que nos dice el mismo Texto sobre ellos.

III, 8: “Conozco tus obras. He aquí que he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar; porque no obstante tu debilidad, has guardado mi Palabra y no has negado mi Nombre.

III, 10: “Por cuanto has guardado la palabra de la paciencia mía Yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los que habitan sobre la tierra”.

VI, 9: “Y cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por la causa de la Palabra de Dios y por el Testimonio que mantuvieron”.

XX, 4: “Y vi tronos; y sentáronse en ellos, y (vi) las almas de los que habían sido degollados a causa del Testimonio de Jesús y a causa de la Palabra de Dios”.

Sobre esta última cita cfr. la Retractatio II

domingo, 28 de octubre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Cap. III (I de II)


CAPITULO III
LA TEORIA PSICASTENICA

Analizados y descritos en las páginas precedentes los hechos característicos de la obsesión, buscaremos ahora agruparlos en una teoría que los organice en una explicación psicológica aceptable. De las varias que se presentan, la que más parece ajustarse a los hechos de la enfermedad es la llamada psicasténica. Formulada primeramente por el eminente psicólogo francés, Pedro Janet, fué adoptada después y precisada por los PP. Agustín Gemelli y Antonio Eymieu en sus respectivas obras: "De Scrupulis" y "Le gouvernement de soi méme", tomo segundo: "La obsession et le scrupule". Otros psicólogos habían formulado antes otras teorías para organizar estos mismos fenómenos en una visión explicativa. Tales, por ejemplo, la de Maignan y Legrain, de tipo intelectualista, que coloca el fenómeno fundamental, generador de todos los demás, en la idea obsesionante; la de Pitres et Regis, que señala el fenómeno originario de la enfermedad en las perturbaciones emotivas, en la angustia sobre todo; la de Freud, para quien la raíz del mal —como la de todas las enfermedades mentales— reside también en un mal funcionamiento de la emotividad, determinado por el empuje de la libido contrariada en su movimiento natural hacia la saturación. Janet, en cambio, más en consonancia con la observación de los hechos, realizada durante largas y pacientes experiencias con esta clase de enfermos, sostiene y hace ver que el fenómeno primordial de la obsesión radica en una insuficiencia funcional psíquica; en la debilidad o descenso de la tensión psicológica del paciente, del que dimanan como hechos secundarios, las ideas obsesionantes, la indecisión, etc., y como fenómenos derivados las agitaciones mentales, emocionales y motrices. Esta teoría de la psicastenia, así llamada por Janet, quiere explicar todas las perturbaciones intelectuales, emotivas y motrices, que hemos visto intervienen en la enfermedad, por esta insuficiencia o debilidad de la tensión psíquica.
La teoría psicasténica está sostenida sobre el postulado de dos hipótesis: 1) la de la tensión de la energía psíquica y 2) la de la jerarquía de los fenómenos anímicos de acuerdo al grado de tensión requerido por cada uno de ellos, ambas en perfecta consonancia con la experiencia de los fenómenos psicológicos observados dentro y fuera de esta enfermedad.

sábado, 27 de octubre de 2012

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis. II


II. Los Habitantes de la tierra

Los textos en los que aparece este grupo son los siguientes:

III, 10: Por cuanto has guardado la palabra de la paciencia mía, Yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que ha de venir sobre todo el orbe, para probar a los habitantes de la tierra.

VIII, 13: “Y vi y oí cómo volaba por medio del cielo un águila que decía con poderosa voz: “¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra, a causa de los toques de trompeta que faltan de los tres ángeles, que todavía han de tocar!”.

XI, 10:Y los habitantes de la tierra se regocijan a causa de ellos, hacen fiesta y se mandarán regalos unos a otros, porque estos dos profetas fueron molestos a los habitantes de la tierra”.

XIII, 8: “Y lo adorarán (al Dragón) todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado”.

XIII, 12: “Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus habitantes adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal”.

XIII, 14: “Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que le fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibió el golpe de espada y revivió”.

XVII, 1-2: “Ven acá; te mostraré el juicio de la ramera grande, la que está sentada sobre muchas aguas; con la que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los habitantes de la tierra con el vino de su prostitución”.

XVII, 8: “La bestia que has visto era y ahora no es; está para subir del abismo y va a su perdición. Y los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida desde la creación del mundo, se llenarán de admiración cuando vean que la bestia, que era y ahora no es, reaparecerá”.


jueves, 25 de octubre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Cap. II


CAPITULO II

DESCRIPCION DE LOS HECHOS DE LA PSICASTENIA


I) La idea obsesionante

El escrúpulo se manifiesta por una sensibilidad exacerbada, por una inquietud fácilmente excitable al menor contacto con el mal moral, por un temor infundado y morboso del pecado, al que tiene miedo de encontrar hasta en los actos más inocentes. Va acompañado o seguido de otros fenómenos psicológicos anormales, que en seguida señalaremos.
Su carácter es la inquietud, que lo diferencia del sano y santo temor del mal moral, propio de toda conciencia delicada, y a la vez de la conciencia errónea o equivocada, la cual sin dudar comete un acto objetivamente malo sin advertirlo como tal.
Tampoco es un escrúpulo la duda transitoria, que en cada situación moral un poco compleja la conciencia timorata se plantea sobre la licitud de ciertos actos y decisiones por tomar. Esa duda, en el caso del escrúpulo, es permanente y obedece no tanto a situaciones morales objetivamente difíciles de resolver, cuanto a una debilidad subjetiva, que se manifiesta a cada paso en casos cotidianos y ordinarios de nuestra vida, allí donde nadie fuera de nuestro enfermo encuentra dificultad o duda moral alguna.

martes, 23 de octubre de 2012

Sobre algunos grupos de personas en el Apocalipsis. I

Nota del Blog: Damos comienzo aquí a una corta serie de artículos sobre el Apocalipsis.

La Jerusalén Celeste, por el Beato de Liébana

I. El Vencedor

En los capítulos II y III que versan sobre las siete Iglesias, encontramos, entre otras cosas dignas de estudio, una cláusula final que se repite en todas ellas:

“Quien tiene oído escuche lo que el Espíritu dice a las Iglesias: El vencedor… etc.”

El propósito deste artículo será tratar de dilucidar a quién se refiere el Texto cuando habla de el vencedor.

Lo primero que debemos tener presente es que las siete Iglesias representan siete épocas de la misma, desde la Primera hasta la Segunda Venida. Con esto en mente, y sin detenernos por ahora a explicar a qué época se refiere cada una déllas, ya sabemos que el vencedor tiene alguna relación especial con la Iglesia. Esto es básico y obvio; avancemos, pues, un paso más.
El premio prometido al vencedor es muy diferente en cada una de las Iglesias pero, sin embargo, todos tienen algo en común.
Primero veamos los premios en sí mismos:

II, 7: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida que está en el Paraíso de Dios” (Éfeso).

II, 11: “El vencedor no será lastimado por la segunda muerte (Esmirna).

II, 17: “Al vencedor le daré del maná oculto; y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo que nadie sabe sino aquel que la recibe” (Pérgamo).

II, 26-28: “Y vencedor… le daré poder sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán desmenuzados como vasos de alfarero, como Yo lo recibí de mi Padre; y le daré la estrella matutina (Tiatira).

III, 5: “El vencedor será vestido así, con vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la vida; y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles” (Sardes).

III, 12: “Del vencedor haré una columna en el Templo de mi Dios, y no saldrá más; y sobre él escribiré el nombre de Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la que desciende del cielo viniendo de mi Dios, y el nombre mío nuevo” (Filadelfia).

III, 21: “Al vencedor le haré sentarse conmigo en mi trono, así como Yo vencí y me senté con mi Padre en Su trono” (Laodicea).

lunes, 22 de octubre de 2012

Prólogo del traductor de las "Cartas a su novia" de León Bloy



León Bloy y Juana Molbech, la mujer llamada a compartir su vida, se vieron por primera vez el 19 de agosto de 1889. Volvía él del entierro de su gran amigo Villiers de l'Isle-Adam, muerto el día anterior. Tan agobiado; tan sombrío parecía aquel hombre, que Juana quedó hondamente impresionada. Al día siguiente volvieron a encontrarse, esta vez en casa de la familia Coppée, de la que ambos eran amigos. Fueron presentados y hablaron, él con interés y ella sin saber qué pensar de aquel extraño desconocido. “¿Quién es este hombre?", preguntó Juana a su amiga Annette Coppée cuando quedaron solas. “Un mendigo”, respondió ésta. “Tuve el presentimiento de una enorme injusticia —escribía Juana treinta años más tarde— y mi corazón voló de inmediato hacia ese hombre, a quien se entregaba así, indefenso, a una recién llegada".
En efecto, Juana, hija del poeta danés Christian Molbech, y danesa ella misma, había llegado poco antes a París, donde la familia Coppée le daba hospitalidad.
Fué allí donde tuvieron ocasión, días después, de hablar por primera vez a solas. “Me senté cerca de él —dice Juana en el prólogo de la edición francesa de estas cartas— y comenzó el inolvidable coloquio, casi un monólogo, durante el cual ese hombre, extraordinariamente candoroso, entregó los secretos de su vida a una pobre muchacha que no atinaba sino a escucharlo, pero cuyo corazón iba hacia él en un impulso irresistible, aunque demasiado tímido en su expresión. Antes de separarnos, me atreví a preguntarle: ¿Cómo es posible que usted, un hombre superior, sea católico?” —“Acaso por eso mismo”, me respondió. Yo callé, comprendiendo mi ignorancia.
Y termina el prólogo con estas palabras: “Me besó la mano y nos separamos. Al día siguiente recibí la primera carta de León Bloy".

J. M.

domingo, 21 de octubre de 2012

La Iglesia Católica y la Salvación, Cap. III (II de II)


Además, no debemos perder de vista el hecho de que todos los hombres necesitan la redención. Absolutamente nadie puede pasar al amor y amistad de Dios por sus propias fuerzas naturales. Todos necesitan la remisión del pecado, que se encuentra sólo en el sacrificio expiatorio de Nuestro Señor. La infusión u otorgamiento de la vida sobrenatural de la gracia es el aspecto positivo de la remisión del pecado original o mortal, y esta vida de la gracia es una participación de la vida divina, participación que no puede obtenerse fuera del Verbo Encarnado. Desde el pecado de Adán no ha habido ni nunca va a haber remisión del pecado o el otorgamiento de la vida de la gracia santificante a ningún ser humano fuera del sacrificio expiatorio de Nuestro Señor.
Sucede también que en los designios de la divina providencia los hombres alcanzan el contacto salvífico con Nuestro Señor en su Reino o en su Cuerpo Místico. Tal es, de hecho, la noción básica del reino de Dios incluso aquí en la tierra, puesto que es inherentemente la comunidad del pueblo elegido de Dios. El reino de Dios sobre la tierra es la unidad social o la compañía de aquellos que están “salvados” en el sentido de que han sido quitados del dominio del príncipe deste mundo. Es la sociedad dentro la cual habita Nuestro Señor y sobre la cual preside como vera e invisible Cabeza. Y según la voluntad de Dios, esta sociedad, en el período del Nuevo Testamento, es la Iglesia Católica.

sábado, 20 de octubre de 2012

La Psicastenia, por Mons. Derisi. Prólogo y Cap. I

Nota del Blog: presentamos aquí este interesante trabajo de Mons. O. Derisi sobre los escrúpulos.

Mons. O. Derisi

OCTAVIO NICOLAS DERISI

LA
PSICASTENIA

GENESIS Y DESARROLLO, TEORIA
Y TERAPEUTICA DE LOS ESCRUPULOS

SEGUNDA EDICION, 1944.

A mi venerado Arzobispo de La Plata
 MONS. DR. JUAN P. CHIMENTO
 amante Padre y celoso Pastor de su grey.


PROLOGO DE LA SEGUNDA EDICION

Hace unos años, en sucesivas entregas de la "Revista Eclesiástica" de La Plata, publiqué el presente trabajo, aparecido inmediatamente en forma de libro. Mi intención era poner en manos de confesores y directores de conciencia un instrumento para la curación de las almas escrupulosas y de proponer a éstas el camino de su propio remedio. Es verdad que todos los tratados de teología moral dan las normas prácticas para la dirección segura de estas almas tan dolorosamente perturbadas por su dolencia. Pero, como es natural, no suelen entrar ellos en el análisis y explicación psicológica de la enfermedad, o, en el mejor de los casos, conténtanse con una exposición somera de la misma. Pensé, por eso, que una mayor inteligencia de la enfermedad, tanto en los fenómenos en que se revela como en las causas que la originan, en una palabra, que un estudio psicológico previo al terapéutico, no sólo tenía un interés científico para el mejor conocimiento del mal desde su raíz hasta sus ulteriores manifestaciones, sino que sobre todo ofrecía una fundamentación racional para la mejor comprensión de aquellas normas y remedios propuestos por los tratados de teología moral. Cimentada así sobre un conocimiento de causa, la terapéutica del escrúpulo aparece determinada y exigida por la misma naturaleza del mal que intenta remediar.

viernes, 19 de octubre de 2012

La Diócesis y los Pobres de Cristo (II de II)

Primera parte AQUI

El Nuncio Pacelli entrega un paquete
con ayuda de parte de Benedicto XV

Escribiendo a la "iglesia de Dios que está de peregrinación en Corinto", afirma San Clemente de Roma que dicha comunidad cristiana, en los días de su primitiva gloria y perfección espiritual, se distinguía por sus obras de hospitalidad y beneficencia y por estar más dispuesta a dar que a recibir. Esta intervención en favor de los pobres fué siempre considerada como obligación propia de la diócesis y, consiguientemente, como función peculiar del obispo y del presbiterio[1]". En su homilía segunda afirma que el dar limosna a los pobres, la oración y el ayuno son obras propias y  características de los  cristianos y que la limosna está sobre las dos restantes[2]. Asimismo se indica en la Didajé que el dar limosna a los pobres no es sólo una labor de los particulares, sino también de toda la diócesis[3].
La iglesia de Roma, fiel guardiana de todas las doctrinas reveladas, se distinguía extraordinariamente por su solicitud en favor de los cristianos pobres. Eusebio de Cesarea cita en su Historia Ecclesiastica el siguiente pasaje, tomado de una carta escrita por San Dionisio, obispo de Corinto, al papa Sotero (que reinó en 166-175):

miércoles, 17 de octubre de 2012

La Mujer Eterna, Cap. III, Sexta Parte

Nota del Blog: con esta presentación terminamos este bello libro.



Otra vez nos sale al encuentro una obra literaria extraordinaria: “La Anunciación a María”, de Paul Claudel, presenta con profundidad casi atemorizadora el verdadero significado de la mujer en la Iglesia.
Toda la obra de Claudel se distingue de la literatura contemporánea, incluso de casi toda la de los últimos siglos, en que no está determinada por ideas religiosas cristianas generales, sino por el Dogma. En esta determinación consiste su característica elevación, pero por cierto, también su infinito aislamiento. “La Anunciación a María”, en el símbolo de la resurrección del hijo muerto de Mara por la leprosa Violaine, representa el nacimiento de la vida que surge de la suprema profundidad de lo religioso. Violaine, “el vaso quebrado”, es recompensada con este nacimiento después de haber ofrecido a Dios el fiat de toda su vida, tomando sobre sí la terrible enfermedad, objeto de general repulsión. En la obra de Claudel el hombre es el que realmente actúa en la Iglesia. “Yo te doy gracias, Dios mío —dice el arquitecto Pierre de Craon— por haberme creado padre de iglesias”. Pues, “el hombre es sacerdote, pero a la mujer le fué dado el sacrificio”. Aquí el misterio de la maternidad religiosa roza el misterio sacerdotal de la transubstanciación. El milagro de Violaine queda primeramente oculto, pero lo transforma todo; los oscuros ojos del niño resucitado se vuelven claros como eran los ojos de Violaine antes de su enfermedad; pero Mara, la altiva egoísta, cuyo niño tenía los ojos oscuros, encuentra perdón y consuelo por ser la hermana de Violaine. Las almas se han transformado; el milagro de Violaine tiene lugar en la noche de Navidad.

lunes, 15 de octubre de 2012

Sobre el Pecado Venial (VI Parte)

Nota del Blog: terminamos aquí esta corta serie sobre el pecado venial.

Sicut Cervus adfontes aquarum...

§ VI. — Oración de esperanza

¡Oh Dios mío, esta visión de los pecados veniales me desconcierta! ¡Qué! ¡Por un acto pasajero y poco grave me castigáis con todas esas destituciones, cuyas consecuencias son eternas! ¡Me acusáis de empequeñeceros y de desdeñaros!... Ante esos resultados imprevistos, faltan, es cierto, a mi razón, objeciones positivas, pero mi ser sensible protesta.

Esa palabra irreparable se asemeja demasiado a la losa que cierra un sepulcro. Bajo su peso, en medio de sus tinieblas yacen amontonados miles y miles de bienes perdidos. Cada día ha ido depositando sus flaquezas; las semanas, los meses, los años, han sepultado innumerables méritos.

Pero, ¡qué Dios omnipotente, Dios bondadoso, Dios sabio que habéis dotado al mundo material de manantiales inagotables de renovación! ¿Habríais condenado a mi voluntad consciente de sus faltas y ávida por repararlas a una impotencia definitiva? ¿Qué? Al perdonarme me devolvéis vuestra gracia, vuestro amor, vuestro cielo y ¿no me dejaríais un medio de devolver a vuestra gloria lo que le he robado? ¿No me dejaríais volver a elevar mi suerte, hasta el nivel que debiera haber alcanzado? ¿No me permitiríais que os amara tanto?

domingo, 14 de octubre de 2012

La Mujer Eterna, Cap. III, Qinta Parte



Y aquí aparece el gran sacramento que tiene la más íntima coordinación con la vida de la madre; pero no se manifiesta sobre la madre, sino sobre el hijo. El Bautismo es su segundo y excelso nacimiento. El seno de la Iglesia que lo acoge es el seno de madre de su vida sobrenatural. A la madre terrenal le queda la deliciosa analogía con el campo bendito; sobre ésta cae la bendición. Pero el pan que se obtiene de sus espigas es el que está destinado a ser la especie que contendrá el Sacramento del Altar. Con ello no se alude al campo, sino a su fruto. La madre natural pasa a segundo término cuando aparece la madre sobrenatural. Por deseo de la Iglesia de que se bautice tan pronto como sea posible, en la mayoría de los casos la madre no está presente en el bautizo. Esto es altamente simbólico; la madre se muestra otra vez ligada a la naturaleza como simple preparación; no es la madre, sino la madrina, la que en el bautismo asume las obligaciones de la maternidad espiritual de la Iglesia. Pero, por otra parte, en este papel aparentemente rebajado de la madre queda subrayado su carácter. Así como la Iglesia elevó el instinto natural de la madre con el consciente imperativo de la defensa del hijo, aquí da acento religioso al altruismo natural de la madre. Con el ofrecimiento del hijo a Dios, en el fondo también se ofrece a Dios el destino de la madre; la madre del niño bautizado es la madre que es hija de la Iglesia. Como su propio hijo, ella también fué presentada a Dios por su madre. La Iglesia y la madre, en íntima unión de destinos, entonan conjuntamente el Magnificat, el gran canto triunfal de la misericordia que se “extiende de generación en generación”.

sábado, 13 de octubre de 2012

El texto del Padre Nuestro según San Mateo

Nota del Blog: el siguiente texto está tomado de la Revista Bíblica de Straubinger, año 1943, pag. 94 ss.
Como lo aclara el autor, el P. Benoit, este trabajo no es sino un desarrollo de la traducción dada por el P. Joüon, y coincidimos en que con esta versión se aclaran algunas obscuridades.

El Pater Noster en arameo

Preciosísimo valor, como es sabido, tiene la traducción de los Santos Evangelios hecha en francés por el Rev. Padre Paul Joüoun S. J. y publicada en el tomo V de la colección “Verbum Salutis” (París, Beauchesne).
 El autor, que lo es también de una Gramática del hebreo bíblico premiada por el Instituto de Francia, de comentarios filológicos y exegéticos al Cantar de los Cantares, al Libro de Ruth, etc. ha aprovechado su excepcional versación en las lenguas orientales, además de las clásicas, para ofrecernos una versión que no sólamente se funda en el más depurado texto original griego, sino que ilumina y resuelve muchísimas dificultades de interpretación, al tomar en cuenta el substratum semítico, cuya importancia no puede exagerarse, no sólo con respecto al Evangelio de San Mateo en general, originalmente escrito en arameo (o sea el lenguaje siro-caldaico que hablaban los judíos en tiempo de Jesús y que desde el cautiverio de Babilonia se había sustituído al hebreo) sino también para los tres Evangelios sinópticos, cuyos autores se expresaban muchas veces en un griego lleno de hebraísmos o aramaísmos.

viernes, 12 de octubre de 2012

Las Lágrimas de María, por Léon Bloy.

Nota del Blog: Las siguientes páginas están tomadas del hermoso libro: "El Simbolismo de la Aparición" y corresponde al último capítulo.


ANTE LA QUE LLORA
A la izquierda: LÉON BLOY; atrás a la derecha: PHILIPPE RAOUX.

LAS LÁGRIMAS DE MARIA

Vuelvo sobre esas Lágrimas de María, de las que ya he hablado y por las cuales debo terminar. Esas Lágrimas preceden, acompañan y siguen al Discurso. Son su más elocuente comentario y su más viva poesía. Las Lágrimas de la Madre de los Dolores llenan la Escritura y desbordan sobre todos los siglos. Todas las madres, todas las viudas, todas las vírgenes que lloran, nada agregan a esta efusión sobreabundante que bastaría para lavar el corazón de diez mil mundos desesperados. Todos los heridos, todos los despojados y todos los oprimidos, toda esa procesión dolorosa que entorpece los atroces caminos de la vida, caben cómodamente en los pliegues que arrastra el manto azul de Nuestra Señora de los Siete Dolores. Siempre que alguien llora, en medio de la multitud o en la soledad, es Ella la que llora, puesto que todas las lágrimas le pertenecen en su condición de Emperatriz de la Beatitud y del Amor. Las lágrimas de María son la Sangre misma de Jesucristo, derramada de otra manera, como su Compasión fue una especie de crucifixión interior para la Humanidad santa de su Hijo. Las Lágrimas de María y la Sangre de Jesús son la doble efusión de un mismo corazón y se puede decir que la Compasión de la Santísima Virgen María era la Pasión bajo su forma más terrible. Lo expresan estas palabras dirigidas a Santa Brígida: “La aflicción de Cristo era mi aflicción, porque su corazón era mi corazón; y como Adán y Eva han vendido el mundo por una sola manzana, mi Hijo y yo hemos rescatado el mundo con un solo Corazón”[1].

jueves, 11 de octubre de 2012

La Diócesis y los Pobres de Cristo (I de II)

Nota del Blog: presentamos aquí este hermoso trabajo de Mons. Fenton en el cual explica la relación especial entre la Iglesia y los pobres. El texto en cuestión corresponde al cap. VI de su preciosa obrita "El Concepto del Sacerdocio Diocesano" (1951).
II Parte AQUI


J. C. Fenton

Una de las tareas más importantes de la Iglesia local o diócesis, dentro del reino de Dios en la tierra, es su misión para con los pobres y necesitados. Dios llama a su Iglesia a todos los hombres pero este llamamiento se dirige especialmente a los indigentes y desdichados de este mundo. La Iglesia se debe adaptar a las necesidades y exigencias de todas las razas y clases sociales, pero Dios quiere que sean los pobres y afligidos los que reciban primariamente sus cuidados. Dada la constitución divina de la Iglesia, es forzoso que esta característica propia de la Iglesia universal brille con todo su esplendor en la vida de la iglesia local o diócesis. Que el obispo y el presbiterio deben tener un interés especial por los pobres y desafortunados de este mundo es algo que se deduce claramente de la misma naturaleza de la Ecclesia.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Sobre el Pecado Venial (V Parte)

Purgatorio, Canto IV, por G. Dore.

§ V. — El pecado venial revelado por el purgatorio

¡Tinieblas en medio de las cuales todo es impalpable, lúgubre, objeto de espanto! Angustias semejantes a las del asfixiado que en vano busca el aire, del enfermo que se revuelve y se agita sin encontrar un momento de reposo. Largos años de desesperación de un prisionero completamente aislado en su calabozo. Desgarramiento del corazón por el remordimiento, peor aún que el desgarramiento de nuestra carne. Todos estos efectos puede sentirlos el alma separada del cuerpo, del mismo modo que siente aquí abajo los que recibe por los agentes naturales.

No ha creado Dios el Purgatorio para que sirva de amenaza sin efecto. Tampoco ha instituido las indulgencias para asegurarnos la impunidad. Ignoramos la naturaleza de las penas que se nos impondrán, la duración de los sufrimientos y la aplicación que Dios ha de hacer de  esas indulgencias. La incertidumbre en que voluntariamente nos deja con respecto a todo esto es una terrible advertencia.

martes, 9 de octubre de 2012

Pii Papae XII in Memoriam


Pío XII: 2 de Marzo 1876 - 9 de Octubre 1958.
En recuerdo de uno de los más grandes Papas de la Iglesia Católica



"Pio XII ha sido entregado hoy a las fieras, en espera de que mañana lo
 lloremos con lágrimas de sangre. Le elevaremos altares cuando ya no haya altares".

 Alexis Curvers, "Pio XII, el Papa ultrajado".[1]




[1] Proféticas palabras escritas en 1964.

lunes, 8 de octubre de 2012

San Francisco de Sales, por E. Hello

Nota del Blog: el siguiente extracto forma parte del capítulo IV de la hermosa obrita "Fisonomía de Santos" del gran autor francés.



San Francisco de Sales


SAN FRANCISCO DE SALES

Los literatos franceses tienen un programa: no un programa indefinido, no; al contrario: un programa que viene a ser una delimitación, pues contiene cierto número de admiraciones obligatorias e implica el olvido de todas las demás cosas. El hombre de mundo francés y literato se encierra en un reducido círculo de libros para su uso particular e ignora todos los restantes con una buena fe extraordinaria. Los ignora y ni sospecha su existencia; y si los sospechara, la consideraría como prueba evidente de este hecho histórico, a saber: que todo el mundo ha vivido en la barbarie excepto algunos autores franceses del siglo XVII, algunos otros autores franceses del siglo XVIII, y algunos autores griegos y romanos que han servido de modelo a los que él ha leído. En cuanto a la remota antigüedad, al Asia, a la India, a todo el resto del género humano, el francés considera los trabajos que de allí vienen como especialidad de algunos eruditos que por curiosidad se dedican a estudios técnicos, y que con el trato de aquellas civilizaciones bárbaras han perdido el delicado sentido de la elegancia. Pero el literato francés no se limita a ignorar la antigüedad (excepción hecha de algo de los griegos y romanos), no se limita a ignorar especialmente lo que en los tiempos modernos se ha escrito en lengua extranjeras (excepto Dante), sino que ignora también notablemente aquellos autores franceses que no han sido inscritos por la costumbre en el programa de sus lecturas. Ha leído concienzudamente a Buffon pero no ha leído a San Francisco de Sales.

domingo, 7 de octubre de 2012

La Mujer Eterna, Cap. III, Cuarta Parte

Los Santos Macabeos y su Madre

La decisión sobre la presencia de la mujer en las distintas profesiones y su elección, de-pende después de la amplitud en la cual puede considerarse aún fecunda la obra maternal. Sin duda un gran número de profesiones permiten una interpretación puramente masculina o femenina. Aquí el campo menos femenino, la política, es el más aleccionador. No es casual, sino que depende íntimamente del espíritu general y espiritual de maternidad de la mujer, el que allí donde subió al trono independientemente, fué una buena regente; una buena regente no es un buen regente; sino que es una buena madre de su pueblo. Así en la España actual el recuerdo de la reina regente anterior ha sobrevivido a la caída de la dinastía y de los regímenes; y no sólo en Inglaterra perdura el recuerdo de la reina Beth y en Austria el de la gran emperatriz María Teresa, sino que incluso hoy en la actual Lombardía se mantiene el recuerdo de la reina Toedelinda. La mujer que ocupa el trono es, en primer lugar, la protectora y conservadora de su pueblo.

sábado, 6 de octubre de 2012

Una fácil solución para un difícil problema de exégesis. Lc. 2, 50

   Nota del Blog: Presentamos aquí este interesante trabajo del P. Bover publicado en los Estudios Bíblicos, Vol. X, pag. 205 ss.
   La solución a este difícil pasaje del Evangelio es del todo natural y sencilla, y está tomada, como bien lo indica el autor, del P. Thibaut S.I. 

Jesús enseñando en el Templo

Una nueva interpretación de Lc. 2,50

 Conocidos son los apuros de los intérpretes al querer razonar o motivar la extraña incomprensión de José y de María, cuando Jesús, respondiendo a las amorosas quejas de la Madre, le dijo: ¿Pues por qué me buscábais? ¿No sabíais que yo tenía que estar en la casa (o en las cosas[1]) de mi Padre? Mas ellos, José y María, advierte el Evangelista, non intellexerunt verbum, quod locutus est ad eos, que ordinariamente suele traducirse: no entendieron (o comprendieron) la palabra que les dijo[2], es decir, la que les acababa de decir. Pero ¿qué es lo que no comprendieron o pudieron no comprender?, se preguntan los intérpretes. Y se esfuerzan laboriosamente en explicar, cada cual a su modo, esta inexplicable incomprensión. Porque—es lo que luego se ocurre—, una de dos: o se trata del sentido verbal o superficial de las palabras, o de algún sentido oculto y misterioso. Si del sentido superficial, parece obvio y llano. Si nosotros ahora lo entendemos sin dificultad en una traducción y después de tantos siglos, ¿por qué no lo habían de entender José y María en su lengua original, ellos que conocían perfectamente el modo de hablar de Jesús y viviendo las circunstancias históricas en que tal palabra se dijo? Y si Se trata de algún: sentido oculto y misterioso, mucho mejor que nosotros podían entenderlo María y José, que habían sido ilustrados por las declaraciones del ángel y tanta luz de Dios tenían para entender los misterios de Cristo: ¿Había olvidado María que su Hijo era el Hijo del Altísimo y que había de reinar eternamente en la casa de Jacob? ¿Había olvidado José que Jesús salvaría a su pueblo de us pecados? ¿Y habían olvidado los dos las palabras del ángel a los pastores o las de Simeón y Ana y la venida de los magos de oriente? Fuera de que esa falta supuesta de mayor comprensión del misterio nada tiene que ver con la práctica de la vida ordinaria y concretamente en nuestro caso con la búsqueda del Niño perdido. El mismo Jesús al decirles: ¿No sabíais...?, da por supuesto que se trata de algo ya sabido por ellos. Otras dificultades de esta interpretación corriente, relativas a la solicitud de los padres en mirar por el Niño o a las debidas atenciones del Niño para con sus padres, las indicaremos luego.

viernes, 5 de octubre de 2012

Sobre el Pecado venial (IV Parte)


§ IV. — Consecuencias del pecado venial con relación al prójimo


El sentimiento de la responsabilidad está muy poco desarrollado en nosotros; nuestra ligereza tiene la culpa, no nos gusta profundizar. Pero si del mal que no se percibe no se es culpable, no por eso deja de producir sus malos efectos.

En sentido general, puede decirse que todos nuestros, pecados veniales son nocivos a los demás; todos, aun aquellos que sólo nosotros conocemos. La razón es fácil de comprender. Lo que nos disminuye, lo que nos debilita, lo que nos priva de la gracia, nos convierte en menos aptos para cumplir con nuestros deberes, cualesquiera que sean. Nuestra insuficiencia nos deja inferiores a la tarea impuesta; no se falta impunemente, por ejemplo, a la prudencia, a la bondad o al valor.

martes, 2 de octubre de 2012

La Mujer Eterna, Cap. III, Tercera Parte



Así como siempre se realiza el milagro de las rosas, igualmente se repite la objeción del landgrave. La naturaleza maternal de la mujer en general, su relación absoluta con lo pequeño y débil, comprende necesariamente la cuestión del sentido y la justificación de lo pequeño y débil del mundo; el hombre sólo quiere reconocerlo bajo la forma de lo que se va haciendo. Aquí tropezamos con el segundo problema de la novela “Ida Elisabeth”; el problema de la distinción de dos mundos, el mundo del marido y el mundo de la mujer maternal. Leemos allí: “No se debe juzgar lo bueno en el hombre de la misma manera que por ejemplo se juzga un yacimiento mineral, en donde se pregunta si es suficientemente abundante para que merezca la pena trabajarlo.” El esposo de Ida Elisabeth pertenece indudablemente a aquellos que no merecen la pena; es de aquellos que sólo pueden designarse como “ejemplar defectuoso”. Con ello se ha expresado que las leyes del devenir ya  no tienen lugar aquí. ¿Pero termina con ello la obligación para la maternidad? Con esta cuestión entra la novela en su última etapa. Se trata decididamente del valor o la futilidad de la persona. Aquí la línea de la madre se cruza con la de la virgo; de pronto estamos  otra vez al borde de los misterios de todo lo incompleto e incumplido.