martes, 31 de julio de 2012

La Iglesia Católica y la Salvación, por J.C. Fenton. Introducción

   Nota del Blog: Con la idea de traducir el libro completo en un futuro no muy lejano, presentamos a continuación el prólogo de este brillante libro que no dudamos en calificar como lo mejor que se haya escrito sobre el tema.
   El autor aclara en este libro todas las dificultades que trae la exposición de este dogma.
   
   Part of the original version HERE  
 
J.C. Fenton


LA IGLESIA CATOLICA Y LA SALVACION
A la luz de los recientes pronunciamientos de la Santa Sede.
(1958)

Por Monseñor Jospeh Clifford Fenton,

Miembro de la Academia Teológica Pontifical Romana.
Consejero de la Sagrada Congregación de los Seminarios y Universidades.
Profesor de Teología Dogmática Fundamental en la Universidad Católica de América.
Editor del American Ecclesiastical Review.

  
INTRODUCCIÓN

 En su encíclica Humani generis Pío XII hizo referencia a una frase de su gran predecesor, Pío IX, diciendo que la función más noble de la sagrada teología es la de mostrar de qué manera la doctrina revelada definida por la Iglesia se encuentra en las fuentes de la revelación –esto es, en la Sagrada Escritura y en la tradición divino-apostólica- en la misma manera en que la Iglesia lo propuso. Este libro es el resultado de un esfuerzo laborioso y humilde de hacer esto con referencia a lo que la autoridad eclesiástica ha enseñado y definido sobre la necesidad de la Iglesia para obtener la salvación.
Pocos dogmas de la fe Católica han sido comentados e interpretados en la literatura teológica y religiosa del siglo XX en forma tan frecuente y extensiva como aquel que nos enseña que no hay salvación fuera de la verdadera Iglesia de Jesucristo. De aquí que todo libro nuevo sobre este tema debe intentar ofrecer, por lo menos, alguna ventaja teológica que no se encuentra en la literatura Católica actual. El autor del presente trabajo cree sinceramente que su publicación se justifica por estas tres razones:
1) Este libro cita, y mucho, las afirmaciones y definiciones de la Santa Sede y de los Concilios Ecuménicos pertinentes a la necesidad de la Iglesia para obtener la salvación eterna. Analiza estos pronunciamientos y resalta explícitamente las enseñanzas católicas a las que se refiere y las que están implícitas. Luego examina el dogma, según ha sido afirmado y explicado por el magisterio de la Iglesia, a la luz de lo que las fuentes de la revelación dicen sobre la natura de la Iglesia y sobre el proceso de la salvación y de la santificación. Así se puede mostrar que lo que la Iglesia siempre ha enseñado y definido sobre este tema es precisamente lo que el mensaje divino, contenido en la Escritura y en la tradición, enseña sobre el reino sobrenatural de Dios.
Toda persona familiarizada con lo que se ha escrito en nuestros tiempos sobre este dogma está al tanto que en una gran mayoría de los casos estos escritos han versado por lo general, si es que no exclusivamente, sobre la prueba y explicación de cómo este dogma no significa que sólo los miembros de la Iglesia pueden salvarse. Esto, por supuesto, es perfectamente cierto. El magisterio eclesiástico, al enseñar y proteger este dogma, insiste en que no hay salvación fuera de la Iglesia Católica y al mismo tiempo insiste igualmente que la persona que muere sin haber sido jamás miembro de la Iglesia Católica puede obtener la Visión Beatífica.
Pero si, a los fines prácticos nos limitamos al exponer el dogma a asegurar que no implica que todo hombre que muere como no-miembro de la Iglesia Católica no se pierde necesariamente por toda la eternidad -como muchos escritos modernos sobre este tema suelen hacer- tendemos a perder de vista los misterios centrales de la misericordiosa dispensación de Dios en el orden sobrenatural. Puesto que, y esto no lo debemos olvidar, las verdades reveladas sobre la necesidad de la Iglesia Católica para obtener la salvación eterna pertenece al orden de los grandes misterios sobrenaturales, los cuales están relacionados con la doctrina revelada de Dios sobre la gracia, el proceso de salvación, la obra de la Redención, y la Santísima Trinidad. Al mostrar de qué forma están contenidas en las fuentes de la revelación las enseñanzas del magisterio eclesiástico de la misma manera en que han sido enseñadas y definidas por la Iglesia, podemos ver este dogma de la Iglesia precisamente como la expresión precisa y autoritativa de un misterio revelado.
2) Durante el pontificado del presente Santo Padre se promulgaron por medio de la Santa Sede tres documentos autoritativos instruyendo a los miembros de la Iglesia sobre el significado del dogma “fuera de la Iglesia Católica no hay salvación”. Dos déllos son encíclicas, la Mystici Corporis Christi, promulgada el 29 de junio de 1943 y la Humani generis, del 12 de Agosto de 1950. La tercera es la carta del Santo Oficio Suprema haec sacra, dirigida por orden del Santo Padre el 8 de Agosto de 1949 al Reverendísimo Arzobispo de Boston. La sección doctrinal deste último documento está dedicado exclusivamente a explicar este dogma y es la declaración mas completamente detallada desta enseñanza, jamás dada en un documento autoritativo del magisterio de la Iglesia.
Parecería haber no solo lugar sino también necesidad de un libro que presente y analice las enseñanzas sobre este tema dada en estos recientes documentos de la Santa Sede. Y a falta de otra obra en inglés dedicada exclusivamente a la explicación desta porción de la doctrina Católica y escrito desde la aparición destos tres documentos, el presente libro se ofrece humildemente en la esperanza de que pueda satisfacer esa necesidad.
3) En la Humani generis, el presente Santo Padre reprime severamente algunos escritores Católicos contemporáneos porque, como dice: “reducen a una fórmula vana la necesidad de pertenecer a la Iglesia Católica para obtener la salvación eterna”. De hecho esta particular parte de la doctrina Católica es única en el sentido de que una interpretación o presentación inexacta délla por un escritor Católico, implica, en la mayoría de los casos, la reducción desta enseñanza a una fórmula vana.
Además, las rarezas de algunos escritores, particularmente en el campo de la literatura religiosa popular sobre este tema, pueden explicarse de alguna manera por la peculiar historia del tractatus de ecclesia dentro del cuerpo de la teología escolástica. Un esbozo desta historia se encuentra en el presente volumen, puesto que soy de la opinión que aquel que conozca algo sobre las malas interpretaciones más pintorescas del dogma va a estar en una mejor posición para apreciar y defender la enseñanza genuina de la Iglesia en este campo.
Esta introducción no estaría completa sin una expresión de sincera gratitud al P. Francis Connell, C.SS.R., mi brillante y fiel compañero durante estos últimos catorce años en el trabajo del American Ecclesiastical Review. Ha tenido la amabilidad de leer y corregir el manuscrito deste libro con la misma atención caritativa que ha tenido para leer y corregir todo lo que he publicado desde que nuestra relación comenzó.